La caza con perro: consejos para entrenar y cuidar a tu compañero de muestra
13 de noviembre de 2025

La caza con perro: consejos para entrenar y cuidar a tu compañero de muestra

En la caza menor, pocas imágenes resultan tan bellas como la de un perro de muestra firme, inmóvil, con la mirada fija y el cuerpo tenso señalando la presencia de una pieza.

Detrás de ese gesto hay muchas horas de trabajo, paciencia y una relación construida sobre la confianza. Entrenar y cuidar correctamente a un perro de muestra no solo mejora el rendimiento en el campo, sino que garantiza su bienestar físico y mental, y la seguridad de la jornada.

El perro de muestra: instinto y disciplina

Los perros de muestra son animales de una sensibilidad y capacidad olfativa extraordinarias. Razas como el braco alemán, el pointer inglés, el setter inglés, el epagneul bretón o el kurzhaar combinan velocidad, inteligencia y una enorme capacidad de concentración.

Su función es localizar la caza menor (perdiz, codorniz, becada, faisán), detenerse en muestra firme y, tras la orden del cazador, mantener el respeto al vuelo y al disparo. Posteriormente, deben ejecutar el cobro de la pieza sin dañarla.

Para que esa secuencia se desarrolle correctamente, el adiestramiento debe empezar temprano, de manera progresiva y siempre con métodos que favorezcan la motivación y la estabilidad del perro.

El adiestramiento: fases y principios técnicos

1. Obediencia básica y vínculo

Todo comienza con la relación. El perro debe conocer su nombre, acudir a la llamada, caminar sin tirar y obedecer órdenes sencillas: quieto, aquí, sienta.
Esta fase se trabaja entre los 3 y 6 meses, con sesiones cortas y refuerzo positivo. El objetivo no es exigir resultados, sino construir confianza. Un perro que disfruta aprendiendo será un buen cazador.

2. Desarrollo del instinto de búsqueda

Entre los 6 y 10 meses se inicia el trabajo en campo abierto, sin presión ni castigos. El perro debe aprender a moverse en zigzag, aprovechando el viento y manteniendo contacto visual con el guía. Se pueden usar alas o piezas muertas para despertar su interés, pero sin abusar.

El cazador experimentado deja que el perro “descubra” la caza, reforzando cada muestra espontánea con calma y recompensa. Es preferible consolidar el instinto antes que imponer control.

3. La muestra y el respeto al vuelo

Una vez el perro tiene confianza en el terreno, se empieza a trabajar la firmeza en la muestra y el respeto al vuelo. Se usan piezas de granja o perdices de suelta en recintos controlados. Cuando el perro marca la pieza, se le ordena quieto antes de avanzar.
El disparo debe introducirse de manera gradual y desensibilizada: primero a distancia, con calibres bajos, asociando siempre el sonido a algo positivo (el cobro o la recompensa).

Nunca se debe “forzar” la muestra ni corregir con dureza un fallo en vuelo; los perros sensibles pueden desarrollar temor al disparo o inhibición del instinto de búsqueda.

4. Cobro y entrega

El cobro es una parte técnica y delicada. Se enseña primero con objetos, pasando después a piezas reales. El perro debe recoger y entregar sin morder ni jugar, manteniendo el autocontrol incluso ante excitación.
El uso de la orden suelta y la práctica en agua o terrenos difíciles ayudan a perfeccionar la técnica.

Condición física y cuidados antes de la jornada

Un perro de muestra en temporada necesita una preparación física similar a la de un deportista.

  • Entrenamiento previo: paseos controlados, trabajo en resistencia y musculatura (especialmente en patas y lomo).
  • Alimentación: equilibrada y rica en proteínas animales y grasas saludables. Muchos veterinarios recomiendan piensos específicos para perros de trabajo con al menos un 28% de proteína y un 18% de grasa.
  • Hidratación: ofrecer agua antes y después de cada sesión; evitar que beba en charcas o aguas estancadas.
  • Revisión veterinaria: comprobar vacunaciones, desparasitaciones internas y externas, y estado de las almohadillas plantares.
    Las almohadillas pueden endurecerse progresivamente con productos específicos (como pomadas de colofonia o soluciones de formalina al 2-3%, siempre bajo control veterinario).

Durante la caza: seguridad y control

En el campo, el cazador debe ser el punto de referencia del perro.

  • Evitar los días de calor extremo: el golpe de calor es una de las emergencias más frecuentes en caza menor.
  • Supervisar el terreno: alambres, espinas, zarzas o piedras pueden causar cortes y lesiones.
  • Controlar la distancia de trabajo: un perro demasiado abierto puede perder contacto; uno muy cerrado reduce eficacia.
  • Señales y silbatos: cada orden debe ser breve y clara; los excesos de voz confunden y rompen la concentración.
  • Descansos regulares: una pausa de 10 minutos cada hora de trabajo permite revisar almohadillas, limpiar ojos y orejas y ofrecer agua.

Después de la jornada: recuperación y bienestar

Tras la caza, el perro necesita recuperación y cuidados inmediatos:

  • Revisión completa: almohadillas, entre los dedos, orejas (espigas, semillas), ojos y axilas.
  • Limpieza suave: eliminar barro y humedad; secar completamente el pelo, sobre todo en perros de pelo largo.
  • Rehidratación y alimentación post-esfuerzo: pequeñas raciones ricas en proteínas y carbohidratos, evitando comidas abundantes justo después del ejercicio intenso.
  • Descanso adecuado: cama seca, sin corrientes de aire y temperatura templada.

Una sesión corta de estiramiento o masaje ayuda a evitar contracturas, especialmente en perros mayores o de razas pesadas.

El control veterinario periódico es fundamental. Muchos especialistas recomiendan analíticas básicas cada temporada para detectar posibles anemias, parásitos o deshidratación crónica.

El perro, un compañero, no una herramienta

La eficacia en el campo no depende solo del instinto o el adiestramiento, sino del vínculo emocional entre cazador y perro. La Real Federación Española de Caza insiste en que el respeto, la paciencia y el refuerzo positivo son la base de todo trabajo bien hecho. Un perro equilibrado, cuidado y seguro rinde más y disfruta de su labor.

Porque en la caza menor, el mejor disparo no es el que abate la pieza, sino el que culmina el trabajo perfecto de un perro que confía en su guía.

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