Temporada de setas en España: tradición, naturaleza y sabores de otoño
11 de septiembre de 2025

Temporada de setas en España: tradición, naturaleza y sabores de otoño

Con la llegada de septiembre y octubre, cuando las primeras lluvias refrescan los bosques y la humedad se mezcla con los últimos rayos cálidos del verano, comienza en España una de las temporadas más esperadas por amantes de la naturaleza, senderistas y gastrónomos: la temporada de setas.

Una tradición que hunde sus raíces en tiempos antiguos, cuando recolectar estos frutos de la tierra era tanto un modo de subsistencia como un ritual que unía a familias y comunidades enteras.

Hoy en día, salir a por setas se ha convertido en un fenómeno que va mucho más allá de la simple recolección. Es una actividad que mezcla aventura, contacto con el entorno y disfrute culinario. Pero también requiere conocimiento, respeto por el medio ambiente y, en muchos casos, cumplir con una normativa específica que regula esta práctica.

Un poco de historia y tradición

El consumo de setas en la península ibérica se remonta a épocas prerromanas. Celtíberos e íberos ya las conocían, aunque con cierta cautela, pues siempre convivieron las variedades comestibles con otras altamente tóxicas. Fue en la Edad Media cuando la recolección se consolidó como práctica habitual, especialmente en zonas rurales donde las setas complementaban la dieta básica. Con el tiempo, la micología se fue popularizando y, hoy, España es uno de los países europeos donde más crece la afición por buscarlas.

En algunas regiones, como Cataluña, Castilla y León o el País Vasco, la temporada de setas es casi una fiesta cultural. Familias enteras se adentran en pinares y robledales en busca de níscalos, boletus o amanitas, transmitiendo de generación en generación ese saber ancestral de “dónde y cómo” encontrar los mejores ejemplares.

Curiosidades micológicas

El mundo de las setas es tan fascinante como desconocido. Se calcula que en España existen más de 1.500 especies de hongos, aunque solo unas 100 son realmente apreciadas gastronómicamente. El níscalo, por ejemplo, es tan popular que en algunas zonas recibe nombres cariñosos como “rovelló” o “rebollón”. Otra curiosidad es que los hongos no son vegetales, sino organismos aparte, con su propio reino biológico: ni animales ni plantas, sino un mundo intermedio con un papel fundamental en los ecosistemas, al descomponer materia orgánica y favorecer la regeneración de los bosques.

Especies más comunes

Entre las setas más buscadas en España destacan:

  • Níscalo (Lactarius deliciosus): rey indiscutible de los pinares.
  • Boletus edulis: apreciado por su sabor y versatilidad en cocina.
  • Amanita caesarea: conocida como “oronja”, muy valorada desde tiempos romanos.
  • Seta de cardo (Pleurotus eryngii): habitual en llanuras y pastizales.
  • Rebozuelo (Cantharellus cibarius): con forma de trompeta amarilla, muy aromático.

Eso sí, no hay que olvidar que también existen especies tóxicas o mortales, como la Amanita phalloides, responsable de la mayoría de intoxicaciones graves en Europa.

Lugares icónicos para la recolección

España es un auténtico paraíso micológico. Algunas de las zonas más reconocidas para salir en busca de setas son:

  • Soria y Pinares de Urbión: considerada la capital micológica del país.
  • Montseny y Pirineo catalán: con gran tradición recolectora.
  • Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén): ideal en otoño.
  • País Vasco y Navarra: donde la afición se mezcla con la gastronomía más tradicional.
  • Sierra de Gredos y Sistema Central: variedad de ecosistemas y especies.

Legislación y permisos

En los últimos años, la presión turística y la sobreexplotación han obligado a muchas comunidades autónomas a regular la recolección de setas. En provincias como Soria, Burgos o Segovia se han establecido permisos micológicos que limitan la cantidad de kilos por persona y día. La idea es garantizar la sostenibilidad de los montes y evitar que el “boom” micológico se convierta en una amenaza para el ecosistema. Por eso, antes de salir al monte, conviene informarse en el ayuntamiento o la oficina de turismo local sobre la normativa vigente.

Una experiencia que va más allá de la cocina

Si bien muchos se sienten atraídos por el valor gastronómico de las setas —guisadas, en revueltos o acompañando carnes de caza—, lo cierto es que la recolección es mucho más que una cuestión de cocina. Es una forma de vivir el otoño en primera persona: sentir el crujir de las hojas bajo las botas, el olor a tierra húmeda, el silencio roto por el canto lejano de un pájaro o el descubrimiento inesperado de un boletus bajo el musgo.

La temporada de setas en España es, en definitiva, una tradición viva que combina naturaleza, cultura y gastronomía. Una actividad que une generaciones, fomenta el respeto por el entorno y nos recuerda que, a veces, las mejores aventuras están mucho más cerca de lo que pensamos, escondidas bajo un sombrero marrón o anaranjado en mitad del bosque.