El cazador juega un papel muy importante en la conservación de los ecosistemas. La actividad cinegética en España depende, en gran medida, del mantenimiento de la biodiversidad. Por tanto, el esfuerzo que cazadores y asociaciones llevan a cabo es crucial. Además, la limpieza que realizan en los bosques también ayuda a evitar los incendios forestales.
El papel del cazador en la conservación del entorno
De media, más de 200 millones de euros destinan los cazadores en España anualmente a la protección del medioambiente. Además, también se encargan de ofrecer comederos y bebederos a los animales, algo fundamental en épocas de sequía o en las que escasea el alimento. Las podas de los árboles y la creación de caminos y senderos también ayudan a conservar los bosques.
Prevención de incendios
Las administraciones públicas no son las únicas luchando contra los incendios forestales. Las asociaciones cinegéticas colaboran en la creación de cortafuegos para evitar la propagación del fuego. Los animales son los principales perjudicados de estos accidentes y si se controlan a tiempo, se evita la pérdida de sus hábitats.
La presencia de fauna autóctona, que muchas veces es introducida por los propios cazadores en los cotos, hace que se produzca un desbroce efectivo de los bosques. Al no haber material combustible, la propagación de los incendios también es más lenta. Está demostrado que, en las áreas cinegéticas, los fuegos que se producen son menos voraces y se controlan con mayor facilidad que en aquellas áreas en las que no se caza.
Flora local. Crucial contra el fuego y fuente de alimentación
Tan importante como la introducción de la fauna autóctona es conservar los árboles y plantas propios de cada zona. Los cazadores, mediante un cuidado intensivo durante todo el año, cuidan los cultivos de los que se alimentan los animales y se preocupan de ofrecerles un ambiente en el que puedan vivir cómodamente.
Árboles como las encinas, los robles o los alcornoques son típicos de las dehesas. Sin embargo, la reforestación habitual apuesta por los pinos o los eucaliptos. Se trata de especies que, a pesar de su rápido crecimiento, son más susceptibles de arder rápidamente. Los cazadores, en su gestión del entorno, se encargan de replantar encinas, robles y otros árboles autóctonos mucho más resistentes al fuego. Además, sus frutos son cruciales para jabalís y corzos, así como para animales más pequeños.
Queda claro que la importancia del cazador en los montes va mucho más allá de controlar las plagas y las especies invasoras. El trabajo activo de introducción de especies autóctonas, de cuidado del bosque y de protección frente a los incendios ofrece resultados visibles a primera vista. Por tanto, es fundamental para el medioambiente que siga llevándose a cabo esta actividad.