El podenco andaluz es uno de los perros más apreciados en la caza española. Quizá no sea el más conocido a nivel profesional, pero no cabe duda de que el pueblo hizo suya su utilización a lo largo de las décadas. A continuación, un repaso a sus características principales.
Las claves de un animal nacido para la caza
En primer lugar, hay que señalar que numerosos cazadores profesionales miraron a Inglaterra y los países germánicos a la hora de buscar perros aptos para sus cacerías. Sin embargo, las clases populares andaluzas y de otras regiones limítrofes, entre las que también había un importante número de cazadores experimentados, hicieron un uso intensivo de esta variedad local de podencos para sus actividades cinegéticas.
Como su propio nombre indica, estos canes constituyen una variedad andaluza de la raza del podenco. Su radio de acción se ha hecho extensivo a toda la cuenca española del Mediterráneo. De todas maneras, hay que recordar que existen teorías que afirman que estos perros llegaron a la Península Ibérica importados desde Oriente Medio hace alrededor de tres mil años.
Su fisonomía ligera lo hace muy ágil y resistente para cazar durante largas jornadas. Es, en este sentido, un animal muy agradecido, dado que no requiere una alimentación exigente y aguanta muy bien ante las enfermedades. Su físico se caracteriza por su liviandad y tonificación, por lo que se mueve de una forma muy hábil con sus patas delanteras, lo que le posibilita cambiar de dirección de una manera muy rápida y eficaz.
¿Cuáles son sus principales aptitudes para cazar?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que es uno de los perros que mejor combinan a la hora de cazar los sentidos del olfato, la vista y el oído. Sobre todo, demuestra una gran capacidad para escuchar los leves sonidos que emiten las liebres y los conejos en sus escapatorias.
Esta agudeza olfativa, visual y auditiva ha convertido a estos podencos en unos componentes muy valorados de las rehalas. En estas modalidades, acostumbran a sacar a las piezas de sus madrigueras. En ocasiones, son después los galgos, participantes también en las rehalas de montería, los que van a agarrar las piezas. No obstante, pueden incluso arrebatárselas a estos perros para llevárselas a sus propietarios.
Esta lealtad forma parte de su naturaleza social y fiel. Son unos canes tan posesivos que no tienen intención de dar las piezas cobradas a ninguna persona que no sea su amo. Por eso, se les considera cobradores por antonomasia. También son muy efectivos, por último, como perros de muestra en las cacerías de perdices.
En definitiva, el podenco andaluz se ha revelado como el compañero animal favorito de numerosos cazadores tradicionales. Su capacidad de dosificación le permite dar el 100 % durante toda la jornada.