Las fugas de los perros de caza ocurren con bastante frecuencia. Las consecuencias pueden ser nefastas tanto para el can como para el dueño o cualquiera que se encuentre con él.
Algunas de esas posibles consecuencias:
- Provocar accidentes.
- Ser robado.
- Morir de agotamiento.
- Manifestar su agresividad si se siente en peligro.
- Despistarse y ser incapaz de regresar por sí mismo.
Para los dueños, contar con un perro fuguista supone un quebradero de cabeza, una fuente de angustia y un gasto significativo de dinero en seguros. Sin embargo, solo es un problema que, con voluntad y constancia, tiene solución.
Motivos por los que los perros de caza se alejan
Estos perros se caracterizan por su instinto cazador. En ocasiones, el espíritu de los perros supera al de los propios dueños y desean llegar más lejos de lo que su amo permitiría. Otras veces, la causa está en su preferencia por buscar en espacios amplios y abiertos, en vez de someterse a un terreno reducido.
Por otro lado, ante la posibilidad de cazar, les resulta muy difícil mantener la disciplina y no sucumbir ante esa tentación. Es fácil que un perro que acompañe a un cazador de pluma, por ejemplo, caiga tentado en la persecución de un conejo o una liebre que aparezca en el espacio.
No es un problema de adiestramiento. El perro obedece a su instinto. Sin embargo, hay que cortar de raíz esta tendencia porque es adictiva.
¿Castigar a los perros de caza cuando regresan?
No es una buena opción. El perro va a entender que es castigado por regresar y aprenderá eso para la próxima vez que se vea tentado a fugarse. Por otro lado, no hacer nada abre la puerta a una permisividad que agrava el problema.
Cómo conseguir que no se alejen
Las fugas deben corregirse definitivamente. El sistema de premios y castigos, en estos casos, no sirve de nada. Además, la mayoría de los perros regresan arrepentidos (eso no quiere decir que no vuelvan a hacerlo en otra ocasión).
La solución está en ser capaces de frenar la fuga. El instrumento para eso es la llamada firme, que se puede hacer con la voz o con un silbato. La llamada firme propicia el regreso inmediato del can, aunque haya echado a correr por el celo de una hembra o esté lejos.
La llamada firme se consigue con adiestramiento. Ayuda mucho contar con un radiocollar educativo. El adiestramiento consiste en lo siguiente: si se llama al perro, solo ha de hacerse una vez. Si no obedece, recibirá un toque mediante este collar. Es molesto pero, por supuesto, no le hace ningún daño utilizando siempre la potencia mínima.
El objetivo es conseguir que obedezca con una sola llamada ante la tentación de fugas. Se logra en unos meses con dedicación y paciencia.