El tiro, sin duda, constituye la acción esencial de la caza, por lo que es necesario practicar cuanto sea necesario para perfeccionar el swing.
De la pericia que se consiga a la hora de mecanizar todos los movimientos que acaban concentrados en el momento del disparo va a depender el éxito a la hora de cobrarse las piezas.
A continuación, se repasan las claves relativas a cómo conseguir progresos para disparar en condiciones óptimas cuando llegue la temporada.
El tiro es un lance que se entrena
Efectivamente, puesto que el buen cazador, aunque debe confiar en sus reflejos, no puede fiarlo todo a la improvisación.
Disparar implica el aprendizaje de una técnica. No se trata de unos movimientos instintivos. Estos tienen que ver con los reflejos pero, si la técnica no ha sido depurada, no van a bastar para lograr los objetivos.
En especial, en el ámbito de la cacería menor, en el que el tamaño y los rápidos movimientos de las presas conllevan que haya que estar siempre preparado para realizar la interrelación de pequeñas acciones que desembocan en cada disparo.
En este sentido, lo primero que cabe abordar es la selección de unos cartuchos que se adapten a la modalidad de caza escogida. A grandes rasgos, han de proporcionar confort al disparar. Por ejemplo, la precisión en la puntería puede ejercitarse en las competiciones de tiro al plato.
Como se ha sugerido, la técnica de tiro se puede entrenar. No solo en los campos, sino también practicando los movimientos básicos en casa.
¿Qué movimientos comporta el acto de disparar?
Aunque parezca que el disparo se efectúa con una especie de golpe seco, en las acciones que se desencadenan son movilizados músculos de piernas, cintura, cadera, hombros, cuello, etcétera.
Así que, vale la pena robustecer la musculatura para poder soportar el peso de la escopeta y disparar de la forma más funcional.
En primer lugar, se recomienda disparar con los dos ojos abiertos, puesto que facilita un mayor campo de visión y capacidad de reacción frente a los movimientos del animal.
Una vez la pieza a abatir ha sido localizada, es el turno de colocarse la culata del arma junto a la cara y realizar su seguimiento mediante su punta. El control del encare tiene que ser interiorizado por todo buen cazador.
Esta interiorización consiste en que se dé una suerte de memoria muscular que puede llegar a ser ensayada en el propio hogar. Posteriormente, y de una manera automática, son los turnos del seguimiento y adelanto.
Por último, se dispara el arma. Una vez ha salido el cartucho, es el momento de bajarla. No hay que precipitarse, pues se pueden generar tiros traseros o erróneos.
En definitiva, la caza requiere un tiro de calidad, el cual depende de un entrenamiento concienzudo.