La caza del ciervo, aunque no sea la más seguida en España, sí es muy apreciada por grandes aficionados a esta actividad. A continuación se recuerda por qué es tan tradicional cazar ciervos en España.

Cazar ciervos es un plan muy español

Los ciervos han poblado, desde la prehistoria, los montes españoles. No en vano, en las cuevas de Altamira hay pinturas rupestres en las que las que puede observarse a lugareños cazando venados. Por lo tanto, estas cacerías de ciervos tienen una historia que se remonta a hace al menos treinta mil años.

Cazar ciervos ha sido, a lo largo de los siglos, una actividad popular en España. En cuanto a las cacerías más profesionalizadas, el incremento de la población de estos animales también ha supuesto un aumento del interés por cazarlos.

Por lo que respecta a las distintas clases de ciervos, existen hasta ocho subespecies de este animal. El tipo de cérvido que se puede encontrar en los bosques españoles es el ciervo ibérico, que destaca por su majestuoso volumen y su gran cornamenta. Pero hay más clases de ciervos, como el europeo, que sería el más cercano al ibérico. 

Según cifras del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), pese a que su población se redujo drásticamente a principios del siglo XX, en España hay actualmente alrededor de ochocientos mil ciervos.

¿Cómo cazar los ciervos?

Vale la pena prestar atención a los consejos que aportan los expertos a la hora de cazar ciervos. Actualmente hay tres modalidades de caza predilectas para capturar estos animales: las monterías, el rececho y el aguardo. Esta última es, con diferencia, la menos practicada. 

Las monterías tienen que ver con el tipo de cacería más purista del animal, dado que se trata de buscarlo en su propio medio. De hecho, resulta mucho más interesante llegar hasta él en una montería tradicional. Cuando el cazador no los divisa en fincas cercadas, el encuentro se produce con una tensión que lo hace más emocionante. No hay que olvidar, por otro lado, que el ciervo es un animal muy noble y al que conviene buscar, por su mayor actividad, en las primeras y últimas horas del día. 

El rececho, por su parte, es la modalidad que más permite acercarse a la pieza. Conviene practicarla en las épocas de berrea, puesto que los machos bajan la guardia y es posible aproximarse más a ellos. De este modo, no se disparará a los ejemplares jóvenes. Hay que destacar, asimismo, la mala gestión de los cruces realizados para conseguir cornamentas más grandes (como trofeos para los cazadores).

Finalmente, el aguardo consiste en esperar, escondido, a que las presas pasen para abatirlas.

En definitiva, unas recomendaciones útiles para disfrutar de la caza del ciervo.

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