Con la llegada de julio, la mayoría de los hispanos estamos más pendientes de las vacaciones que de la caza y, sin embargo, es un mes ideal para seguir con nuestra actividad cinegética.

Julio nos pilla con las siembras ya segadas o con ellas a punto de segar, por lo que las esperas al jabalí variarán mucho en un caso y en otro. En el supuesto de que estén recién cosechadas, los cochinos mantienen una cierta querencia por acercarse a recolectar los pocos granos que queden, y eso nos puede ayudar a fijarlos con un recebado de esos campos. Es cierto que la siega del cereal los hace dedicarse a otras cosas, pero si mantenemos el interés con unos cuantos cebaderos en la linde de los campos, vamos a poder realizar esperas en los mismos. Al no tener claro dónde están entrando, ya que ya no hay espigas que los delaten, lo mejor es preparar esas esperas con tiempo y realizar un cebado previo que nos ayude a fijar a los guarros. Por supuesto podemos cebar dentro del monte, pero creo que es más interesante hacerlo en esas lindes.

Siembras sin cosechar

En cambio, cuando todavía están las espigas en pie, es mucho más fácil saber por dónde andan los jabalíes por la cantidad de rastros que dejan en su entrada y en su deambular comiendo espigas. Los rastros más típicos serán las trochas de entrada y salida de las siembras, que no siempre coinciden. Luego podemos ver las pelotas que dejan los cochinos tras masticar el grano, las cuales están compuestas por las cáscaras de los cereales que expulsan tras ingerir lo que alimenta. Según cuán secas estén, podemos tener una idea de su antigüedad. Los guarros grandes suelen comer en solitario y no producen tantos destrozos en la siembra como lo harían las cochinas con crías, que tienen que tumbar las espigas para que los granos queden a la altura de las bocas de los jabatos y al final se ve claramente su paso por la presencia de claros de espigas derribadas.

Podemos esperar a los cochinos en las mismas siembras o hacerlo en sus entradas y, en menor medida, en sus vías de escape. Cada zona nos dictará dónde ponernos, pero tan sólo recordar que en la entrada al campo de cereal los jabalíes ponen mucho más cuidado que en la salida o cuando ya llevan tiempo disfrutando de la ‘golosina’. En esos momentos es incluso posible acercarse lentamente entre la siembra hasta dar con ellos, de lo concentrados que llegan a estar.

A rececho y aguardos en bañas

Una manera muy agradable de cazar en noches veraniegas con mucha luna es dando un paseo por los campos sembrados y recechando como si lo hiciéramos de día. Con paciencia y gracias a la luz de la luna, veremos a los cochinos en sus correrías nocturnas y en no pocas ocasiones podremos aproximarnos para el tiro. Por supuesto, esto sólo tiene sentido en las zonas donde el contraste claro del cereal con el negro del jabalí lo hace visible. En el resto de escenarios será una quimera verlos y mucho menos poderse acercar.

Otra posibilidad nada desdeñable es aprovechar las bañas naturales. Los guarros necesitan de ellas en el verano para desparasitarse y refrescarse. Constituyen una de las mejores opciones para hacer una espera estival. Además, al dejar los animales marcadas sus huellas en el barro y en muchos casos su altura en los troncos cercanos, inferiremos con mucho acierto quién está visitando esa baña. Ojo porque los guarros, cuanto más viejos más pellejos, siendo muy posible que se presenten en las bañas a distintas horas o en días variados y nos dejen con las ganas de tirarlos aunque nos pongamos varios días. Al final, los esperistas lo tienen muy claro: el que persevera, gana.

Abatir un gorrinete o una guarra en espera es relativamente fácil. Cazar un buen jabalí en esta modalidad es una cuestión de casualidad o de muchas horas de trabajo y de buscarle las vueltas a ese viejo macho que ha escapado de tantas y tantas trampas en su vida.

Texto: R. Centenera

Fuente:

www.elcotodecaza.com

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