Con diferencia, una de las preguntas que más me hacen los cazadores en referencia a los problemas de manejo están relacionadas con el cobro. Sin lugar a dudas, la distancia de caza y el cobro suelen traer de cabeza a muchos cazadores, y tienen una importante base genética.

Vamos a ver cómo empezar la educación de un cachorro con buen pie y no cometer errores.

LA GENÉTICA

El cobro es una aptitud que se selecciona genéticamente. Llevamos muchas generaciones eligiendo los mejores reproductores con esta cualidad, por lo que hemos conseguido ejemplares que lo hacen a la perfección.

Sin lugar a dudas, entre las razas que mejor cobran están los labradores, aunque retrivers, springers y pachones tampoco se les quedan a la zaga. Recuerdo una amigo cazador, al que su mujer le regaló un cachorro de labrador negro de línea de trabajo.

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Un sábado por la tarde, cuando el cachorro tenía cinco meses, se echó la siesta en el sofá mientras que el perro estaba suelto por la casa. Cuando se despertó, todo lo que el cachorrito había encontrado por el suelo lo había traído y hecho un montón al lado de su dueño, entre lo que se encontraban pelotas, zapatos, zapatillas, calcetines, botes de refrescos, etc. Ni que decir tiene que a este cachorro poco hubo que enseñarle sobre el cobro, más bien su dueño aprendió muchas cosas de él.

Pero los labradores son eso, perros de cobro cuyo origen viene de la cultura anglosajona de utilizar perros muy especializados en tareas concretas. Un perro para localizar y mostrar la caza (un pointer), otro para levantarla (un springer) y otro para cobrarla (un labrador).

En cambio, en nuestro país –y en el resto de Europa– tenemos la tendencia a utilizar perros polivalentes, es decir, que cacen, paren y cobren a la vez, reuniendo estas cualidades en un solo individuo. Esto tiene la ‘desventaja’ de que son perros seccionados en varias aptitudes a la vez, y muchos de ellos no sacan un instinto de cobro tan fuerte como pueden tener los labradores o los springers. Eso significa que hay que dedicarles un poco más de tiempo a reforzar esta característica y no cometer ningún error durante esta etapa, porque puede ser que el perro deje de cobrar, deje de entregar la caza o la boca se le vuelva dura.

Aun así, aunque la genética es crucial para tener un buen perro de cobro –o de cualquier otra aptitud–, he visto perros de otras razas que cumplían perfectamente con el oficio. De hecho, el mejor perro de cobro que he visto era un sabueso español (además, criado por mí).

La historia de este perro es curiosa. Se lo regalé a un amigo que tenía varios setters, y que era mucho más aficionado a los perros que a la caza. Solía sacar con mucha frecuencia los perros de paseo y a la caza menor de vez en cuando, perro aquel sabueso, rodeado de perros de menor todo el día, aprendió de forma natural a cobrar, portar y entregar la pieza al dueño.

Como era un sabueso de buena estirpe, si percibía que una perdiz o liebre estaba herida, la seguía a rastro hasta encontrarla. El dueño me comentaba que, si él veía que disparaba a una liebre y esta acusaba el disparo, ponía el perro en el rastro y era seguro que volvía con la liebre en la boca… ¡a veces tres o cuatro horas después!

LA EDUCACIÓN ES CRUCIAL

Por ello, es muy posible que a casi cualquier perro se le puede enseñar el cobro, si lo hacemos desde muy pequeño y de manera que sea un juego. Personalmente lo hago a edades muy tempranas –en torno a los tres meses puede ser un buen momento– y siempre después de haber reforzado fuertemente los vínculos con el cachorro. El cachorro tiene que estar deseando estar conmigo porque soy una fuente de protección, actividades y caricias.

Para las clases necesito tres cosas:

  • Saber bien lo que hago.
  • Disponer de un espacio abierto sin ninguna distracción para el cachorro.
  • Un guante de cuero, preferentemente usado (a los perros les apasionan los guantes usados).

Me siento en el suelo, con el guante escondido en la parte trasera del pantalón, y me pongo a acariciar al cachorro entre mis piernas. Si el vínculo dueño-cachorro es bueno, él estará encantado.

De repente saco el guante y se lo lanzo a un par de metros delante. Es muy importante que lo vea ‘volar’ y caer, para que aparezca su instinto de caza y presa. Si el cachorro no está falto de instinto, saldrá disparado a cogerlo, pero inmediatamente volverá al placentero cobijo de las caricias de su dueño.

En cuanto vuelva con el guante en la boca, reforzaremos el acto, acariciándolo con intensidad y alabando su acto: «¡Muy bien, buen chico!». Y estaremos así el tiempo que sea necesario (que pueden ser bastantes minutos) hasta que el cachorro ceda y pierda el interés por el guante y se lo pueda quitar con total suavidad de la boca.

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Es muy importante tener en cuenta que, para un cachorro de tres meses, un guante de cuero usado es un ‘tesoro’, y pocos lo entregan con docilidad sin apretar la boca. Si esta parte, la entrega, no la hacemos bien, estaremos creando un perro con ‘boca dura’. Por ello es muy importante esperar todo el tiempo necesario hasta que el cachorro pierda el interés en el objeto y lo entregue sin condiciones.

Repetiremos este acto varias veces (dos o tres) por sesión hasta que se vaya convirtiendo en algo automático. Lo que sí realizaremos son muchas sesiones, cortas pero con frecuencia, ya que un cachorro no puede concentrarse durante mucho tiempo.

Dedicar diez minutos al día a entrenar un cachorrito en el cobro (y otros tipos de actividades) tiene unos resultados increíbles pasadas unas semanas. Cuando vayamos confiando en él, iremos metiendo nuevas variantes en el cobro, como lanzar cada vez más lejos el guante, el cobro a la orden (lanzaremos el objeto y no podrá cobrarlo hasta no ordenárselo), combinaremos con disparos al hacer el lanzamiento, o cambiaremos el guante por señuelos con plumas o pelo, o piezas muertas reales.

Como vemos, la educación de un cachorro en el cobro requiere numerosas sesiones de poco tiempo y paciencia, mucha paciencia, pero se obtienen unos magníficos resultados. Hay que hacer algo realmente mal en el campo para que el perro deje de cobrar correctamente. Con los perros, un poco de dedicación y un poco de conocimiento siempre han tenido unos resultados sorprendentes.

Juan J. García Estévez – Veterinario

Fuente:

www.trofeodecaza.com

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