El gancho es una forma tradicional de dar caza al conejo en montes densos o abruptos.

El manejo de las armas, la colocación de lo

La labor de los perros y del perrero -que puede ser uno de los cazadores- en la espesura para desalojar a los conejos resulta fundamental, pues de su buena o mala ejecución dependerá que los rabicortos salgan o no de lo sucio y entren a las posturas ocupadas por los cazadores.

Estableciendo un símil con la caza mayor, podríamos decir que el gancho es como una pequeña montería en la que perros y perrero entran en el monte para desencamar a los conejos y conducirlos hacia los distintos puestos que cierran la zona a cazar. El número de perros presentes en esta modalidad oscila normalmente entre los nueve y los dieciocho, aunque podrían ser más. Por su parte, de tres a seis suele ser la cifra de escopetas colocadas en las posturas. Tan importante como la coordinación de canes y perrero batiendo el monte es la correcta ubicación de los puestos. Y es que un gancho conejero no consiste únicamente en situarse en cualquier altillo del terreno y esperar a que los conejos entren gazapeando. Esta modalidad es mucho más que eso, ya que posibilita abatir rabicortos en unos territorios en los que de otra manera no se lograrían los mismos resultados. El gancho está concebido para que varios cazadores cubran las posibles salidas de los conejos de la espesura y disfruten del esfuerzo y astucia de unos perros que son capaces de desalojar conejos en un entorno duro y exigente donde otros fracasarían.

El trabajo del perrero, sabedor de las querencias y de los tiraderos del lugar, resulta indispensable a la hora de establecer las posturas que ocuparán los cazadores, las cuales, generalmente, consistirán en puntos altos con buena visibilidad en los que las escopetas podrán apreciar en todo momento la evolución de perros y conejos. La distancia entre puestos no suele ser grande (aproximadamente treinta metros) para que los rabicortos no se salgan por el hueco dejado entre cazador y cazador. Pero si la separación no es mucha, la seguridad será máxima, no disparando ni apuntando jamás en línea con otras posturas. El buen cazador de conejos en gancho permanecerá quieto en la postura y en completo silencio, respetando de esa forma la ardua labor de los perros, cuyo fin último es conseguir que salga el mayor número de conejos a los cazadores. Colocadas todas las escopetas en los lugares previamente elegidos, canes y perrero entrarán desde lejos al monte e irán levantando progresivamente a los conejos para que éstos den la cara y cumplan en la línea de puestos, deparando gran cantidad de lances. También hay que decir que algunos conejos, dada la inteligencia y experiencia de los perros, serán cazados a diente.

Los grupos de perros o recovas que se emplean para los ganchos al conejo están formados, en su mayoría, por podencos de varias tallas y pelajes. Estas recovillas, a veces constituidas por más de veinte perros, se van formando con canes buenos especializados en funciones muy concretas. Así, unos son punteros, otros acosan en las matas, otros son levantadores, otros zarceros, incluso alguno de ellos se encarga de llevar los conejos abatidos al perrero. Lo ideal es no mezclar razas, tanto por homogeneidad en la forma de trabajar de los perros como en uniformidad en la apariencia del conjunto de la recova.

José María García

Publicaciones Similares